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EL CAUDETE QUE QUIERES

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"VERGÜENZA", ARTÍCULO DE OPINIÓN DE JULEN SÁNCHEZ

20 Jun 2016

En el día mundial del refugiado,el concejal del PSOE realiza una reflexión sobre esta cuestión.

La vergüenza, la decencia, la dignidad y la memoria han abandonado Europa, si es que alguna vez ocuparon un mísero recodo de este continente.
Y hablo de memoria, desde la conciencia más europea posible.
La idea de Europa libre y fraternal tiene sus orígenes en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, en particular con la fundación en 1951 de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en París, tras la "declaración Schuman", y a los Tratados de Roma, el constitutivo de la Comunidad Económica Europea y el de la Comunidad Europea.
La defensa de los Derechos Humanos como pilar fundamental, tanto dentro como fuera del continente, se ha visto quebrantada por un acuerdo entre Europa y Turquía que permitirá devolver a este país a los refugiados que lleguen a tierras europeas.
Dejando a un lado la abrumadora cantidad de “tratados” morales, éticos o humanos que vulneramos con este acuerdo, me gustaría centrarme en nuestro país.
Es algo más que evidente que, para algunos, el aspecto de la memoria histórica es tema baladí.
Hablar de frío sin abrigo, de miedo, de barro sin zapatos, de mocos sin pañuelo, de enfermedad, de llantos, de muerte, de dignidad, de vergüenza, es hablar de la España de la posguerra.
Mujeres, hombres, niños y niñas teniendo que abandonar sus casas, sus familiares, sus amigos, sus vidas, por la persecución y la purga a la que estaban siendo sometidos por supuestos compatriotas.
Sé que no os gusta hablar de memoria (sí, a vosotros), pero no se trata únicamente de vulnerar tratados fundamentales (por si fuera poco), sino que este acuerdo vulnera la memoria del exilio y la muerte a la que fuimos sometidos los ciudadanos europeos tras las diferentes Guerras.
Pero claro, para hablar de memoria, hace falta tenerla presente.
Las víctimas de la injusticia y el olvido han sido muchas a lo largo de la historia. Muchas, y siempre las mismas. Y no hablo de aquéllas que ganan o pierden guerras (si es que puede dirimirse este aspecto), hablo de las que no tienen nada que ver con ellas.
Huyen de la muerte. Huyen de sus casas porque les están matando. Matan a sus hijos, a sus padres, a sus hermanos. Por eso huyen.
Y huyen a Europa, continente amigo, libre, seguro, acogedor. Sí, acogedor. Pero se encuentran, primero, con el Mediterráneo, que saca a relucir su cara más devastadora. El mar plácido donde remoja sus carnes cada verano la sangre azul española se convierte de manera imparable en la tumba de miles de personas. Aylan fue la imagen del terror que removió las entrañas de todo el planeta, incluido, por supuesto, Europa.
Un ápice de esperanza para millones de personas pudo suponer la desoladora fotografía. Pero no.
Los que llegan, se topan con un portazo en forma de alambradas, concertinas, muros y varazos. Varazos por parte de gente “civilizada”. ¡Varazos! ¡Reciben varazos de la gente que se había escandalizado con la muerte de un niño!
Huyen de la muerte y les reciben a varazos. ¿En qué nos hemos convertido?
Y, por si fuera poco, esa tierra idílica acuerda devolver a Turquía a todo aquél que, aún con pleno derecho de asilo, recale en nuestras costas. Una decisión política que vulnera los Derechos Humanos.
Una decisión política como la que tomaron los concejales de PP, Ciudadanos e Iniciativa Independiente, votando en contra de ofrecer asilo, refugio, servicios, o lo que buenamente dispusiera el pueblo de Caudete, a aquellos que huyen de la muerte. Un gesto, un mero gesto de humanidad.
Es posible que una decisión política municipal no ponga solución a la trágica situación de millones de personas; lo que está claro es que entre hacer el mundo un poquito mejor o un poco peor, ustedes eligieron lo segundo.
Que sepan ustedes, concejales, que las decisiones políticas cuestan vidas. Esta y otras decisiones sesgan familias, quiebran sueños, eliminan esperanzas.
Que sepan ustedes que alentar los discursos execrables del terrorismo y la delincuencia vinculados a las familias que huyen de la muerte es lo más bajo que puede caer un ser humano.
Que sepan ustedes, que les considero cómplices por egoísmo del frío sin abrigo, del miedo, del barro sin zapatos, de los mocos sin pañuelo, de la enfermedad, de los llantos, de la desvergüenza.
Que lo sepan.
 
 

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